Revisando el post en facebook de mi buen amigo y hermano en Cristo Alfredo Luna, me encontre con un video del programa Reportajes de Alvarado, donde visita el templo bautista de Santa Rosa en Apodaca NL.
Y esto me valio para recordar la importancia que este lugar guarda en la historia del inicio del evangelio en Monterrey y sus alrededores.
Me voy a permitir adjuntar informacion proporcionada en el Libro "Principios" Relato de la introduccion del evangelio en Mexico, escritos del protagonsita principal de dicha obra Tomas Westrup y editados por su hijo Enrique Westrup en 1948.
Numero 7
He mentado a Sante Rosa, que es un pueblo corto distante
de Monterrey unos 17 kilometros al nordeste. Despues
de vencidas las primeras dificultades para que entendieran
aquellos rancheros simpiticos, se entusiasmaron por las verdades
evangelicas, casi como en ninguna parte. Para instruirlos
fue a vivir alli Arcadio Uranga, padre de Isaac que ahora
ha ayudado tanto. Una vez que se hallaban alli tambien Jose
Maria Uranga y Porfirio Rodriguez, que entonces era muy
joven pero muy lector de la Biblia, concertaron tres curas de
villas cercanas ir a arrancar a Santa Rosa de manos de los
protestantes; ya habian oido hablar del buen ,exito que habiamos
tenido. Raras veces iban alli, a no ser que los llamaran
a. ver a algun enfermo; pero esta vez fueron con aparato,
campanas y iodos los requisitos para decir misa, predicar,
etc. Tuvieron la pena de ver mucho mejor concurridos los
cultos de. los protestantes que los suyos, y quejandose de ello,
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les propusieron una discusion en que decian los rancheros
maulas que confundirian a los herejes. Cayeron los curas en
el garlito, creyendo que unos pobres zapateros no podrian
discutir con ellos. Contaron sin la huespeda, y sobre todo sin
la Biblia, que estos conocian y sabian citar. Confundidos al
verlos tan aptos, y no pudiendo responder a sus argumentos,
se retiraron los curas con algunas muestras de rechifla por
parte de los rancheros. Uno de ellos iba a caballo para su lugar
de residencia, y a poco alcanzo a uno que habia presenciado
la derrota, pero no lo sabia el cura. Aquel hizo como
que nada sabia, pregunto de donde venia el señor cura, y
contesto este que de Santa Rosa, de confundir y avergonzar
a unos protestantes que querian engañar a la gente con sus
mentiras. El de Santa Rosa se divirtio oyendo las diatribas
del reverendo, y cuando este insisti6 en Ias prerrogativas de
los sucesores de los ap6stoles, aquel le pregunto como enten
dia las palabras de Jeremias, "Maldito el varon que confia
en el hombre y pone carne por su brazo! asi dijo Jehova"
(17:5). El cura no tenia opini6n que dar sobre ese pasaje, y
se despidio con bastante mal humor.
Es de notar la gran importancia que tenia y sigue teniendo el dominar las Sagradas Escrituras, pero sustentada en la vivencia de ellas mismas, tal como lo deja ver este relato acerca de unos sencillos creyentes de esa epoca, de oficios zapateros.
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